La investigación tiene como objetivo generar conocimiento para tomar mejores decisiones. No se trata de acciones esotéricas llevadas a cabo en laboratorios sofisticados solamente, sino en acciones cotidianas, las cuales deberían ser efectuadas en todas las organizaciones. Sin embargo, en muchas ocasiones las determinaciones se toman con base en intuiciones, creencias, inclinaciones personales, política o una “lógica” intuitiva.
A lo largo de mi ejercicio profesional he atestiguado múltiples fracasos y errores costosos por no realizar evaluaciones de las decisiones. Estas evaluaciones son, en esencia, investigaciones, pues la meta es generar conocimiento para decidir mejor en el futuro. En numerosas ocasiones, inclusive, no se lleva a cabo una evaluación de los resultados, ya que existe arrogancia de los directivos; la idea es “¿cómo no va a estar bien esta decisión si la tomé yo?”.
Narraré enseguida algunos casos tomados de mi experiencia y mencionaré solo una decisión, de las muchas existentes, con muy negativas repercusiones en el ámbito nacional.
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