CARTA EDITORIAL
Un elemento crítico para el éxito y la supervivencia de las organizaciones es la administración estratégica de la información vinculada a ellas; esto implica, administrar y controlar las Tecnologías de Información (TI): la infraestructura tecnológica, sus sistemas y las personas requeridas para gestionar la función de TI.
Esta criticidad tiene su origen en los siguientes aspectos, por ejemplo: la creciente dependencia de la información y de los sistemas tecnológicos que proporcionan dicha información; el uso de ésta para generar conocimiento organizacional (gestión del conocimiento) como variable indispensable para obtener una ventaja competitiva; la creciente vulnerabilidad y un amplio espectro de amenazas, como las “ciber-amenazas” y la guerra de información; la escala y el costo de las inversiones actuales y futuras en TI, que obligan a administrar los riesgos y evaluar los costos involucrados, y el notable potencial que tienen las tecnologías para cambiar de forma radical las organizaciones y las prácticas de negocio, crear nuevas oportunidades y reducir los costos. En resumen, agregar valor al negocio.
Por otra parte, las organizaciones exitosas entienden y manejan los riesgos relacionados con la implementación y uso de las TI. Sin embargo, con demasiada frecuencia existe una falta de entendimiento acerca de la importancia estratégica de las TI.
Las direcciones con frecuencia se enfrentan a pérdidas comerciales, reputación dañada y una posición competitiva debilitada; el fracaso de las iniciativas de TI en producir los beneficios y la innovación prometida; la tecnología inadecuada, o bien, obsoleta, y los plazos incumplidos y presupuestos excedidos.
La administración a nivel ejecutivo necesita realizar una apreciación y una comprensión básica de las restricciones, riesgos y beneficios de las TI para proporcionar una dirección efectiva y controles adecuados.
Cualquier esfuerzo encaminado a obtener una gestión adecuada de las TI comienza con un fuerte compromiso de la dirección de la organización. Es decir, una dirección inteligente comprende que un manejo adecuado se traduce en mayor productividad, al incrementar eficiencias y reforzar ventajas competitivas. Por lo tanto, la dirección debe, sin duda, poner a las TI en su agenda.
El gobierno de las TI no es tecnología, por el contrario, es un paradigma de cambio organizacional asociado a una estrategia de creación de valor, a partir de su correcto uso, el cual necesita ser no sólo conocido, sino asimilado organizacionalmente.
Por lo anterior, esperamos que este número de nuestra revista Contaduría Pública resulte de interés para nuestros lectores.
Muy atentamente, Comisión de Revista Julio de 2009
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