¿Cuál es la diferencia entre un gran líder de empresa y uno mediocre? La misma que distingue a un brillante general o a un entrenador de talla mundial: su capacidad para adaptarse a las circunstancias, para dar resultados día tras día a pesar de que el siguiente nunca será igual que el anterior. A veces, los resultados no llegan inmediatamente; en muchas ocasiones hay que tener paciencia para verlos florecer, la visión para mirar más allá de las circunstancias adversas y la pericia para sobrellevarlas mientras el trabajo duro da sus frutos. En el entono VUCA, la calidad de las relaciones define la efectividad del líder.
Desafortunadamente, la adversidad es como navegar en el mar revuelto: hay muchas olas, el viento sopla desde varias direcciones, con trabajos se ve el horizonte. Una de las características tramposas de los tiempos adversos es que es difícil distinguir cuál de esas olas o vendavales es una amenaza y cuál es realmente una oportunidad. En una palabra, muchas veces la adversidad es impredecible. Visión, paciencia y resiliencia son cualidades clave de cualquier estratega, especialmente en los escenarios donde es muy difícil anticiparse a las circunstancias. Este concepto de lo impredecible me recuerda una curiosa fábula que, si no me equivoco, se remonta a la antigua China.
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