Lic. Muna D. Buchain, MA, CFE, CGAP
Vicepresidenta ACFE Capítulo México, A.C.
Presenté una solicitud para un préstamo de FOVISSSTE y no salí sorteada. Bien hasta ahí. Mal que a partir de entonces recibo correos, mensajes electrónicos personales y llamadas a mi celular de promotores a los que, por supuesto, no entregué mis datos, ofreciéndome un crédito para la compra de casa. Mi hígado no da para este suplicio. No entienden un no. ¿Cómo obtuvieron estas personas mis datos? No cesan de llamar. La respuesta es clara. La entidad encargada que tuvo en sus manos la información de mis datos personales contenida en mi solicitud, y que tenía responsabilidad de salvaguardarla hizo una divulgación inapropiada y abusiva
La Teoría del Mosaico1 describe la recolección para cuestiones de inteligencia, de elementos aislados de información sin utilidad aparente, pero que tienen un valor potencial cuando se combinan con otro tipo de datos que permiten deducir hechos que pueden ser explotables. La sinergia en el uso de la información describe el proceso mediante el cual se colecta, combina y compila diversa información nuestra y la convierte en algo útil.
¿Cuáles son sus gustos para viajar? ¿Qué acostumbra comer, dónde y con qué frecuencia? ¿Cuáles son sus preferencias en compras? ¿A cuánto ascienden mis gastos en viajes? Los lugares donde gustamos viajar; el tipo de hotel; la marca y tiendas donde acostumbramos comprar; el monto de nuestro gasto; la marca de carros; el nombre de nuestra pareja y de nuestros hijos; qué colores nos gustan; la calidad de la ropa; los medicamentos o los gastos por enfermedad, entre muchos otros elementos de información personal que circulan sin nuestro consentimiento. A esos datos nuestros se les denomina sensibles, ya que revelan aspectos presentes y futuros, como los identifica la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares (LFPDPPP).
Hoy día, las redes sociales abren la puerta a la posibilidad de que cualquier persona pueda averiguar y captar esta información. El desarrollo y la globalización traen aparejado un lado oscuro: nos permiten conocer, publicitar y compartir información sensible, fotos, datos escolares y profesionales, edad, estado civil, relaciones, preferencias de programas televisivos y películas, datos sobre nuestro estilo de vida, amigos, fecha de cumpleaños y conformación de la familia. En esta situación, podemos con una mirada, indagar y develar todo lo que deseamos de las personas: qué les gusta o no; su música y cantantes preferidos; su deporte; dónde acostumbran o planean ir; dónde se encuentran, y cómo sucede su vida cotidiana. Por ello, somos susceptibles a ser víctimas de abusos y hechos delictivos, al compartir de buena fe nuestra información personal y poner en riesgo y sin protección alguna, nuestra vida privada.
La información es el capital más valioso hoy en día y su análisis genera un todo que puede ser utilizado para fines perversos. Estoy convencida de que no está de más la precaución. Esto nos lleva a reconocer que nuestra información personal puede ser obtenida y utilizada en variadas formas, incluso de manera virtual; pueden robar registros de nuestros trabajos, obtener información de los lugares donde solicitamos comida para llevar; de la solicitud para adquirir un carro o un crédito, o para TC; de los hospitales donde acudimos para atención médica; de las llamadas que efectuamos para pagar alguna compra donde informamos los datos sensibles de las tarjetas de crédito. En Internet vamos dejando huella y un perfil de nuestras actividades que deberían ser de conocimiento restringido para terceros.
Lo grave de esto es el perfil que se obtiene mediante el armado del rompecabezas que forman nuestros datos al hacer un todo, que mediante su uso indebido se puede robar o suplantar la identidad de la persona y cometer diversos ilícitos. Desde variados tipos de fraude, hasta delitos graves como contrabando, robo de menores, extorsión o secuestro, ya que las redes vinculadas y la asociación delictuosa facilita el modus operandi, lo que permite abrir cuentas y tarjetas de crédito bancarias o de almacenes; membrecías en tiendas y clubes; boletos para eventos; contratar teléfonos celulares; comprar y/o rentar carros; comprar boletos de avión, o simular la adquisición de créditos o de seguros. Por ejemplo, pueden modificar nuestra información en los bancos, de manera tal que cambian los domicilios de los estados de cuenta, y usted conocerá el fraude cuando ya sea muy tarde. Asimismo, pueden obtener diversos documentos de identidad con la fotografía del impostor, pero a su nombre: pasaporte, licencia de conducir, credencial del IFE, etcétera. De las actas de nacimiento fraudulentas, mejor ni hablar.
Cuánto tiempo se pierde en aclaraciones, ya que en nuestro país no contamos con un protocolo de denuncia a las víctimas, que permita a quienes han sido víctimas de algún tipo de fraude, tener la seguridad y apoyo para denunciar el hecho y ser atendidos, ya no digamos con cortesía, sino con eficiencia. Es patético. No podemos perder de vista que cualquier persona es susceptible de ser vinculada a delitos que no ha cometido y otros hechos negativos, como ser sujeto de denuncias penales o civiles por transacciones ilegales, o enterarnos de que nos vaciaron las cuentas bancarias, llevando el caos a nuestra vida.
Grande es la frustración e impotencia por el maltrato recibido en las organizaciones donde intentamos hacer la aclaración. La sensación de que nuestra intimidad y privacidad han sido vulneradas, independientemente del tiempo y trabajo que nos llevará recuperar lo perdido, y poner en orden nuevamente nuestra vida, tienen un alto costo.
¿Cómo podemos prevenir este tipo de fraudes que hoy son un riesgo inminente con la disposición pública de la información en redes sociales y el uso ilegal de las bases de datos? Habrá que volverse un poco paranoico, pero hay que atender recomendaciones. No porte consigo información personal ni la guarde en sus correos, teléfono celular o cualquier otro dispositivo electrónico. Efectúe las compras mínimas por Internet y al hacerlas, verifique al menos que sea un sitio y organización prestigiada y segura.
Mantenga en casa un registro de su información en un lugar seguro que comparta con algún miembro de su familia. Anote ahí los datos y números de sus cuentas bancarias. Incluya una copia de cada una de sus identificaciones o documentos de viaje y de identidad que posea: TC, pasaporte, visa, licencia, póliza de gastos médicos o de automóvil, contratos de telefonía celular, escrituras; es decir, cree un pequeño directorio o agenda con la información relevante y necesaria, de forma tal que no tenga problema alguno para reportar cualquier hecho o requerir un duplicado.
La información mínima registrada en este caso, le permitirá, si llegara a extraviarlos o se los robasen, tener acceso inmediato a los números telefónicos y datos requeridos para realizar las denuncias o reportes. La astucia de los defraudadores para obtener la información personal es indiscutible. Infórmese y divulgue entre las personas a su alrededor o su círculo familiar sobre los riesgos que corren y la importancia de no dar información alguna.
Procure dar de alta las alertas tanto en su banco como en las instituciones o empresas donde se preste este servicio, lo que le permitirá recibir en su celular o en su correo electrónico, cualquier movimiento que se haga en sus cuentas de manera inmediata, con lo cual estará al tanto, en tiempo real, de cualquier acción fraudulenta. Evite que los estados de cuenta lleguen a su domicilio, así puede prevenir que la correspondencia le sea robada. No atienda ninguna solicitud de información que le hagan vía electrónica o telefónica, a no ser que haya sido usted quien inició el contacto y sepa bien con quién está tratando.
Evite cargar chequeras y dejar los talonarios en su portafolio o en su auto cuando lo entrega al valet parking. Le pueden robar los cheques intermedios sin que usted se percate de ello. Nadie se ha arrepentido de ser cauto. No haga caso a ofertas y promociones inusuales que le lleguen ni por teléfono ni por correo, menos de manera personal. Cualquiera puede estar utilizando información sensible suya para hacerle que responda y lograr que usted mismo les otorgue datos o información personal. Los documentos que tire a la basura, rómpalos en minucias. Tenga un buzón seguro en casa. No se confíe.
Guarde toda su información en un lugar seguro. Cuando almacene datos personales sensibles en medios electrónicos, utilice claves que nadie pueda entender. Hoy el mundo ya cambió. Recuerde que los hackers no necesitan entrar a su casa para apropiarse de su información. Nunca está de más un buen antivirus. Toda la información que se elimina o borra de una computadora puede ser recuperada. Si piensa deshacerse de la suya, consulte con un experto para proceder de la forma más apropiada.
Si se percata de que ha sido objeto de actos fraudulentos, considere cancelar las cuentas o tarjetas de crédito bancarias; cambie, inmediatamente, las contraseñas y evite usar en ellas datos como apellidos, teléfono o RFC, y avise a todos sus familiares y amigos sobre lo ocurrido para que no vayan a ser sujetos de engaño a nombre suyo. Reporte, inmediatamente, lo sucedido. Considere anotar en el registro de sus datos, los números 800 sin costo, en caso de que se encuentre en el extranjero o en el interior del país. Pida los reemplazos de documentos de identidad y levante su denuncia. Hay algunos delitos cuya denuncia puede realizarse en el Distrito Federal, vía Web, lo que nos evita pérdida de tiempo y aminora la penitencia del trance. Presente la denuncia en cada caso concreto.
Las organizaciones que manejan datos personales sensibles, conforme lo establecen la LFPDPPP y su reglamento, deberán implementar las medidas de seguridad administrativas, físicas y técnicas necesarias para la salvaguarda de la información. No deje de leer esta normatividad.
Finalmente, les comparto que un entrañable amigo mío, harto de los fraude de que ha sido víctima, y del vía crucis de la aclaración, optó por cancelar todas sus tarjetas de crédito y su cuenta de cheques. Claro que eso tuvo un costo negativo en lo referente a viajes, adquisiciones y pagos en muchos hoteles, apartándose del mundo, y aunque esto le ocasionó múltiples inconvenientes, me dice que vive más feliz. Yo se lo creo.
1 David E. Ponzen, The Mosaic Theory, National Security and Freedom of Information Act. www.yalelawjournal.org/images/pdfs/358.pdf