Sin duda, el sector financiero como lo ha demostrado por siglos, ha apoyado a la economía activa de los países, al contribuir con el desarrollo de los sectores productivos y, desde luego, con el desarrollo económico de las sociedades del mundo. Sin embargo, ha resultado innegable que la crisis sufrida en los últimos años en el mundo globalizado, nos pone al frente el conocimiento de realidades que han afectado a la sociedad mundial, a nosotros como país y como individuos.
Lo anterior nos lleva a la reflexión de la causa de estos problemas. Es incuestionable que, después del crack de instituciones como Lehman Brothers o Bear Stearns, saliera a la luz cuáles financiamientos de inversiones de alto riesgo y plazo con responsabilidades a corto plazo, por basarse, como en el caso de Lehman, en valores de tasa subastada [Auction Rate Securities (ARS)] que impulsaban a nuevos inversionistas a pujar por sustituir a antiguos inversionistas, hasta que algunos inversionistas desearon remplazar a los anteriores; entonces, se demostró la vulnerabilidad ante las retiradas masivas de depósitos de este tipo de instituciones, lo que no llevó a la crisis mundial.
Su origen se remonta al surgimiento de prácticas financieras basadas en incentivos distorsionados que proporcionaban bancos no bancos y que en 2007, en EE.UU., llegaron a significar que más de la mitad de su banca estuviera en manos del llamado Sistema financiero paralelo o sombra, integrado por instituciones no reguladas que, por esta condición, podían ofrecer incentivos extraordinarios o especiales a sus clientes. Es decir, el sistema financiero sombra, con el tiempo demostró haber virado de un impulso a la economía a un causante de la crisis económica mundial que nos aqueja.
Esto, como antecedente, ha orillado a americanos y europeos a un replanteamiento en cuanto a su regulación bancaria que, en el caso de EE.UU., -y notablemente durante el periodo de Bush- se vio caracterizado por una orientación hacia la desregulación, lo cual permitió el crecimiento de este gran importante sector de vulnerabilidad que ahora intenta regular para desalentar la imprudencia y estimular la intermediación que estimulen la inversión productiva como factor de desarrollo, más allá de la especulación. Este plan ha hecho frente a realidades políticas que limitan sus alcances y que; por lo tanto, serán paliativos.
En este sentido, surge la señal de alerta para nuestro país en la reciente presentación de la evaluación del desempeño de los órganos reguladores en México, organizado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias,1 donde, en una presentación llevada a cabo por la Universidad de Columbia, se nos alerta sobre: La existencia en nuestro país de un sistema financiero sombra que no está suficientemente regulado ni supervisado, como es el caso de las Sofomes y muchas entidades de ahorro popular. Esto, complementado con un análisis de ese Centro acerca del desempeño de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) como órgano regulador, precisa que existe un subsistema de captación no bancaria, que no está siendo controlado por esta entidad ni por ninguna otra autoridad regulatoria. Esto nos coloca en una situación de especial vulnerabilidad por la relevancia que, en otros contextos, ha tenido esta misma situación, lo cual nos lleva a la reflexión en todos en nuestros ámbitos de acción.
1 El Financiero, “Alertar sobre intermediarios financieros sin supervisión de México”, 2 de marzo de 2010.
C.P.C. y C.I.A. Beatriz Castelán García
Presidenta de la Comisión de Revista del IMCP
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