En las empresas u otras organizaciones los directivos y subordinados confunden, la mayoría de las veces, las siguientes dos acciones:
Eficiencia y eficacia, siempre se habla de ser eficiente y es verdad, así debe ser. Sin embargo, en la mayoría de los casos esa acción la relacionan con tener utilidades a costa de eliminar costos que en realidad necesitan. Me permito dar un ejemplo: si tenemos una cocina económica nuestra misión es satisfacer el paladar del cliente, la comida que elaboran debe tener la textura, calidad y sabor que desean los comensales. Si sale quemada la tenemos que volver a elaborar; de lo contrario se pierden clientes, lo cual significa ineficiencia. En cambio, si se hace de manera correcta se evitarían estos costos que son ocultos. Se debe conocer el perfil de nuestros consumidores a fin de que sean fieles y de esa manera conservarlos.
Es fácil saber la diferencia entre eficiencia y eficacia. Si nos duele el cuerpo y tenemos fiebre podemos tomar una aspirina, la cual fue elaborada con altos estándares de calidad; a esto se le llama eficiencia. En cambio, si la aspirina no nos quita la fiebre no fue eficaz. Para saber si fue bien fabricada se hacen pruebas de laboratorio, ya que va de por medio el prestigio de la empresa. No es recomendable bajar los precios, sino al contrario, solo en caso de que se pierda el poder adquisitivo se puede recuperar la inversión vía precios adecuados a cada perfil de consumidor y acordes a su nivel socioeconómico; a esto se le llama tener talento humano; de lo contrario, sus talentos no son usados de manera correcta. Respecto a este hecho, un colega comentó que se podría realizar al revés, es decir, ventas menos costos para tener utilidades. Ante esta situación, la pregunta es: ¿van a eliminar costos importantes para tener utilidad? Esa aseveración es incorrecta porque entonces nuestro cliente percibirá que nuestros productos o servicios no son de calidad y se irá a la competencia.
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