Cada inicio de año es como una enorme caja de sorpresas. En este 2023 el mundo finalmente parece dejar atrás los efectos de la pandemia de COVID-19, con un saldo de más de seis millones de fallecidos a escala mundial. La incertidumbre y los riesgos continúan, aunque ahora por razones diferentes: nos encontramos con una cruel guerra en el corazón de Europa, un ambiente en el que cada vez son más los países que retan el orden mundial actual, gobiernos totalitarios que se hacen pasar por democráticos y gobiernos democráticos que se vuelven totalmente ineficientes. Todo en un contexto económico en deterioro que parece dirigirse hacia una recesión global o hacia una etapa de estanflación, definida como un periodo de crecimiento económico bajo con tasas de inflación altas.
Sin embargo, no todo es pesimismo. También se anticipa un mundo en el que cada vez cobrarán más importancia ciertos valores sociales, con mayor conciencia sobre la lucha contra la desigualdad, la lucha por la equidad de género, la lucha contra el cambio climático y el cuidado del medio ambiente. Un mundo en el que la tecnología hará que cada vez más empresas pequeñas y medianas puedan competir con empresas más grandes y en geografías diferentes. Y empresas que se transforman digitalmente, o bien que crean nuevos mercados o novedosas soluciones para problemas complejos.
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