La sobrevivencia de las unidades productivas depende, entre otros factores, de mantener la competitividad de los bienes y/o servicios que ofrecen al mercado, en un mundo en permanente cambio, cada vez, por cierto, más acelerado.
Es en este contexto que las empresas deben construir un Sistema Integral de Control de Riesgos que les permita conocer cuál es el balance de los riesgos que están asumiendo, así como “navegar” por medio de ellos a efecto de poder medirlos, disminuirlos y/o acotarlos, respectivamente.
El primer paso para su diseño es reconocer la existencia “dual” de los riesgos en toda actividad humana y específicamente, en todo proceso productivo.
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