C.P.C. Manuel Nieblas Rodríguez/Socio líder de la industria de manufactura/mnieblas@deloittemx.com
Vehículos que no chocan, ausencia de embotellamientos, menor demanda de energía de los automóviles, reducción en el costo de traslados, desaparición de estacionamientos… Imagine un mundo donde todos estos escenarios fueran posibles
Es un hecho que un nuevo ecosistema de movilidad se está forjando. Las tecnologías innovadoras y las nuevas necesidades de los usuarios están cambiando la forma en que las compañías desarrollan y construyen vehículos. Esta perspectiva, sin duda disruptiva, es la antesala de una nueva era donde convergen fuerzas que transforman la evolución de la industria del transporte y la movilidad:
- Tecnología consolidada de sistemas de propulsión: los sistemas que ofrecen mayor propulsión a una menor inversión de energía.
- Materiales ligeros: los nuevos materiales permiten que los fabricantes reduzcan el peso del vehículo sin sacrificar la seguridad del pasajero.
- Avances rápidos en vehículos conectados: nuevos vehículos equipados con tecnologías de comunicación “vehículo a infraestructura” y “vehículo a vehículo”.
- Cambios en las preferencias de movilidad: tecnologías de comunicación y el “internet de las cosas” proporcionan servicios de valor agregado a los conductores.
- Surgimiento de vehículos autónomos: programas piloto y de pruebas con pequeñas flotillas de vehículos totalmente autónomos.
Así, el sistema actual se encuentra al borde de una gran transformación que podría tener como resultado la aparición de un nuevo paradigma de negocios relacionado con la movilidad personal.
Actualmente, los adultos jóvenes y los habitantes de las urbes están abiertos a diversas alternativas cuando éstas ofrecen reducción de costos, cubren sus necesidades y garantizan su seguridad.
De acuerdo con el análisis de Deloitte, los millennials buscan nuevas opciones de movilidad en México, 97% de los consumidores automotrices nacionales utiliza vehículos con motores de gasolina, mientras que el restante 3% utiliza otro tipo de fuentes de poder. La tendencia a cinco años es que 78% de los consumidores de la generación millennial prefiera motores alternativos.
Las nuevas generaciones se caracterizan por buscar una mejora en la experiencia al comprar un vehículo; y ante este escenario, la industria comienza a dar visos de una nueva forma de pensar buscando un equilibrio entre el ahorro de combustible y una mejor tecnología.
En este sentido, el informe Deloitte’s Business Trend (Ecosistemas empresariales llegan a la mayoría de edad), describe un amplio patrón por el cual muchas de las industrias que componen la economía mundial están sometidas a una especie de metamorfosis.
Un nuevo ecosistema de negocios
Así, un nuevo ecosistema de la movilidad podría provocar una cadena de valor en la que la capacidad de capturar, agregar y analizar datos relacionados con la movilidad se convierta en una enorme fuente de valor.
El cambio de modelo tendría, además, efectos potenciales en las industrias relacionadas y, por ende, un tremendo impacto en sus ingresos y posibles beneficios para la sociedad como la disminución de emisiones contaminantes de los automóviles, millones de vidas salvadas por la reducción de accidentes de tránsito e incluso la recuperación de horas de productividad.
¿Cuáles son los posibles cambios de valor?
Comencemos por la industria automotriz, en donde la transformación se reflejaría directamente en factores como la disminución en la venta de vehículos para uso personal y el aumento de ventas para vehículos en flotilla debido al auge de la movilidad compartida; una gama más amplia de diseño de vehículos y cambios de valor en la experiencia de los pasajeros.
Se incrementaría el financiamiento de flotillas y disminuirían los créditos de consumo individual. En ese sentido, la transición de un sistema de responsabilidad personal a seguros de catástrofes por fallas en el sistema, conduciría a la disminución en ventas de seguros. Así, las entidades financieras se encontrarían frente a la oportunidad de diseñar nuevos modelos de financiamiento que atiendan las necesidades y el poder adquisitivo de los consumidores.
Respecto a temas de energía, la mejora en la eficiencia de los vehículos podría llevar a un menor consumo mientras que la tecnología autónoma permitiría la transición al uso de combustibles alternos. Existiría la posibilidad de incrementar los kilómetros manejados con mejor consumo de energía.
Ante los nuevos escenarios habría factores que generen efectos de valor para ciertas industrias y otros que lo disminuyan.
Para el sector público, por ejemplo, la reducción en el número de automóviles en circulación podría disminuir los ingresos disponibles por pago de impuestos o licencias, pero los nuevos modelos basados en tributación dinámica podrían contrarrestar esta situación.
Se producirían menos accidentes y muertes relacionadas con automóviles por lo que se reducirían los costos de las emergencias médicas y los honorarios legales relacionados.
Por otra parte, tener mayor tiempo disponible en las unidades autónomas incrementaría el consumo de multimedia y de información; como consecuencia, la mayor demanda de conectividad podría tener como resultado una mayor necesidad para el ancho de banda adicional.
Para atender todo lo relacionado con conducción autónoma y movilidad compartida surgirían sistemas operativos y proveedores de gestión de la movilidad.
Los vehículos de las flotillas compartidas sustituirían la demanda de taxis y de vehículos tradicionales de alquiler, creando nuevos modelos de negocio y aumento de las ventas de los minoristas.
El avance del cambio será lento y no homogéneo al inicio; sin embargo, habrá un punto de inflexión donde tomará mayor velocidad hasta llegar a un estado deseable en materia de transporte.
En ese sentido, en Deloitte definimos que pueden existir cuatro diferentes futuros de la movilidad que emergen de la intersección del grado en el que las tecnologías de los vehículos autónomos se generalizan y el grado en que los vehículos son propiedad personal o compartida.
- Cambios graduales. Una visión conservadora que asume que los propietarios de activos masivos del sistema actual no los abandonarán voluntariamente ni transferirán fácilmente capital a nuevas empresas con rentabilidad incierta.
- Autos compartidos. Anticipa un crecimiento continuo de acceso compartido a los vehículos, disminuyendo los costos por kilómetro recorrido.
- Revolución sin conductor. La tecnología del vehículo autónomo es viable, segura, cómoda y económica, prevaleciendo la propiedad privada.
- Autonomía accesible. Anticipa la convergencia de tendencias autónomas y de compartir vehículo. Las empresas ofrecen una gama de experiencias a los pasajeros en puntos de precios donde se note la diferencia.
En conclusión, una alternación profunda se observará en todo el ecosistema de la industria automotriz. Surgirán nuevos jugadores que cambiarán la dinámica de dónde y cómo se crea valor y, ante estos nuevos retos y oportunidades, las empresas deberán determinar dónde jugar y cómo ganar, tomando en cuenta que competir eficazmente requiere de la construcción de capacidades nuevas y diferentes, así como reevaluar la manera de operar ante un consumidor que busca experiencias cada vez más complejas para cubrir sus necesidades de movilidad. Será una transformación a gran escala en la que el mercado, en su búsqueda implacable de un mayor rendimiento a menor costo, definirá quién gana y quién pierde.