C.P.C. Leticia Miriam Islas Benítez
Socia de Islas Vicarte y Asesores, S.C.
Miembro de la Comisión de Consultoría del IMCP
miriam.islas@ivasc.mx
Toda persona que posee una preparación, ya sea obtenida académicamente o por experiencias, es un consultor en potencia.
En general, la consultoría profesional es la transmisión de conocimientos para efectos prácticos, es decir, son conocimientos para ser aplicados en el desarrollo de algún proyecto, actividad o logro de objetivos definidos de alguien ajeno al consultor, quien solicita el consejo, consulta o asesoría. El profesional en Contaduría está en esa posición por ambas vertientes, tanto por su preparación académica como por la experiencia que adquiere en la práctica de su profesión.
Lo anterior es claro y sabido por todos; sin embargo, es conveniente aclarar que esa potencialidad de consultor debe ser ejercida teniendo muy claras y definidas las especialidades que nos corresponden, así como la seriedad en cuanto a la metodología para llevar a cabo ese tipo de trabajos.
Es conocido en la profesión que, en general, los clientes de las firmas de Contadores, por la confianza que normalmente se ganan durante el ejercicio de sus trabajos, les solicitan consejos o les hacen consultas en diversos temas, muchos de los cuales, en ocasiones, no caen dentro de nuestras capacidades inherentes a esta profesión, pero que muchos colegas, seguramente de buena fe y con ánimo de tener contento a su cliente, dan sus opiniones al respecto.
Estas consultas o solicitudes de opinión se reciben con informalidad, quizá sean verbalmente y también así se contesten; es decir, sin mayor formalidad, tanto en el inicio y planeación como en el estudio del tema y en la entrega de resultados, constituyendo, de todas formas, un servicio de consultoría.
Los profesionales en Contaduría Pública tenemos campos de acción muy claros algunos y otros no tanto, que pueden y deben ser empleados precisamente para servir a clientes; sin embargo, si analizamos un poco la actual situación, es fácil darse cuenta que para los renglones de servicios profesionales que comentamos —salvo en el caso de las “cuatro grandes”—, es difícil encontrar firmas que tengan implementados departamentos de consultoría o, por lo menos, una estrategia o metodología seria para proporcionar ese tipo de servicios.
Lo anterior induce a tratar de investigar cuál es el motivo de semejante desprecio a una práctica profesional que puede llegar a ser, si la impulsamos, un generoso renglón de ingresos para nuestras firmas, como lo han demostrado la “cuatro grandes”, en las que sus departamentos de servicios a clientes adicionales a los de auditoría y fiscal, han llegado a crecer mucho más hasta representar ingresos superiores a los de las dos especialidades mencionadas.
De investigaciones realizadas por esta Comisión de Consultoría se ha concluido que, inexplicablemente, parece que no hay realmente un interés en cubrir tales servicios. Lo anterior lo confirma el hecho lamentable de que cuando vemos anunciados cursos o pláticas sobre consultoría, estos versan sobre temas que si bien son útiles, no caen en nuestros resortes naturales como son la computación y otras áreas aledañas para las que —salvo que alguno tenga estudios adicionales—, no tenemos preparación para otorgarlos con validez.
La verdad es que en nuestra profesión no es fácil delimitar todas nuestras especialidades. Si nos basamos en los planes de estudio de las diferentes universidades o instituciones de enseñanza superior, se puede apreciar una importante diferencia no solo en las materias que se imparten, sino en la importancia que se le da a cada área. Así, los egresados de una institución tienen más preparación en Contabilidad, Finanzas o en Costos, que otros quienes, a su vez, están mejor preparados en Auditoría, leyes fiscales, etc., lo cual hace muy difícil precisar, en forma general, cuáles son las materias que, uniformemente, son nuestras áreas fuertes.
Hay noticias de que nuestras autoridades educativas junto con nuestra profesión están trabajando en corregir esta situación. De una u otra forma, es una parte de nuestras capacidades desperdiciada que debemos rescatar, para lo cual sería conveniente que nuestras agrupaciones, además de impulsarla, constituyeran seminarios, pláticas o cursos en los que se instruyera en las metodologías más convenientes para las diferentes formas en que la consultoría de los profesionales en Contaduría puede y debe dar.