Que no se hunda el barco
Los tiempos de fragilidad económica son el momento ideal para ajustar estrategias y sortear la crisis. El primer trimestre del año 2020 ha sido, por decir lo menos, complicado para la economía mexicana.
A la rápida propagación del COVID-19, que acapara los titulares en el mundo, se le suman la inestabilidad económica en nuestro país y la fluctuación en los precios del petróleo, causada por la guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita. El resultado: una economía nacional similar a un frágil barco frente a un terrible vendaval.
Es difícil determinar la magnitud del golpe asestado a nuestra economía. Lo que sí es seguro es que esta situación dejará una marca que solo con trabajo en equipo será posible borrar.
Nubarrones al frente
Recientemente, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ha reconocido que México se encuentra en recesión, calculando la caída de la economía en hasta 3.9%, cifra que algunas calificadoras consideran “optimista”. Las empresas mexicanas se encuentran a bordo de un bamboleante navío.
En una economía global en contracción (a fines de marzo el Fondo Monetario Internacional pronosticaba una recesión peor que la crisis financiera de 2008), los países de amplia apertura económica recibirán los peores golpes. Más aún, las naciones cuyas autoridades no fueron contundentes frente al virus (con sectores de salud pública deficientes, incentivos a la economía, programas de contingencia o nuevas políticas scales), corren un mayor riesgo de zozobrar.
Y si bien quedarse en casa es la medida más efectiva para contener la pandemia, también será un duro golpe a empresas de todos los sectores y tamaños.
Ante todo: un plan de acción
El contexto económico global genera inquietud entre las empresas. Pero no equivale a caminar por el tablón del barco, sobre todo si los capitanes toman medidas para adaptarse a esta nueva realidad.
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