C. Dr. Carlos Enrique Pacheco Coello
Doctorante en Análisis Estratégico y Desarrollo Sustentable
Anáhuac-Mayab
Profesor y socio de Fuentes Luna y Asociados
pcoello@uady.mx
En la actualidad se menciona —con frecuencia—, que vivimos en “la era del conocimiento”, en lo que respecta al mundo de las empresas; sin embargo, en la academia el enfoque “con base en competencias”, nos lleva a preguntarnos: qué son, qué piensan y qué quieren decir cuando se refieren a textos, modelos y autores, pues al parecer se centran en:
- Conocimientos
- Habilidades
- Destrezas
En virtud de la eficiencia para la reducción de costos para generar más utilidades, la descripción parece muy simple y no se pone a la altura de lo que la sociedad espera. Sin temor, pero empíricamente, la expectativa de la sociedad es que se le inserte en la cadena de valor, pero no cerrada hacia dentro de la empresa, sino con un impacto de alto nivel.
En los pasillos, en donde se reúnen a tomar café y “componer el mundo”, el tema actual es que los maestros deben ser evaluados para que permanezcan, pues son los causantes de las burbujas, los pinchazos y el caos económico, lo cual es una reflexión muy pobre, ya que concurren en la cualidad educativa otras variables, incluyendo a los que critican. Lógico “mientras no me toquen” no pasa nada, basta ver las reacciones empresariales ante otras reformas. Pero, sin ánimo de entrar en politiquería, me centro en el tema “la era de los intangibles”.
La literatura menciona que coexisten tres tipos de capital, a saber: intelectual, estructural y racional.
A estos tres falta agregar el capital emprendedor, que toma riesgos con alineación; además, se enfatiza que el estructural —cuyas vertebras son los conocimientos y la experiencia— debe alimentarse con tecnología dura, innovación, pero con visión, ya que si no tienen un objetivo no son eficientes, eficaces ni efectivos. Por lo tanto, requieren un componente valioso: el “espiritual de un líder positivo, propositivo y evolutivo”, cuya misión es ser un verdadero facilitador en las necesidades de cualidad (calidad) en el adquirente, que al final de cuentas es el que da valor a lo que le proporciona la empresa.
A esto me refiero cuando se señala qué competencias implica tener una mente de estratega, visionaria y no solo el conocimiento.
Chiavenato (2010) menciona la administración del conocimiento (knowledge management) como la virtud de agregar valor, pero permeando no solo dentro de la empresa, sino a manera de catapulta en beneficio de la sociedad de forma compartida en un virtuoso enlace: la triple hélice.
El intangible se apoya en lo tangible, solo cuidando que no se dé el efecto disruptivo actual, basta ver:
- Universitarios estancados o subempleados.
- Tecnología de punta que no apoya (en virtud de la eficiencia) para desplazar la fuerza humana.
- Economía financiera especulativa que concentra el valor generado.
Caben las siguientes preguntas: si no hay empleos, ¿dónde queda el poder para adquirir? y ¿quién consume?
Senge (2010) menciona a Robert Fritz con un concepto interesante “creatividad de la vida”:
Elaborar una visión personal.
Ver la realidad actual con claridad y decidir.
Compromiso con resultados de valor.
Alentar la fuerza laboral con la visión compartida.
Recordemos que el capital tangible se queda en la empresa, cuando lo intangible se va a casa.
El término enfoque basado en competencias es muy vago y muy pobre, por lo que se requiere: visión-misión, estrategia-visión, innovación estrategia, y cadena de valor ampliada-innovación.
Lo anterior es lo que su empresa, país, familia y el mundo necesita, “no modelos numéricos sin sustento”.
El impacto de la gestión intangible, apoyada de los tangibles se puede medir mediante los siguientes tableros:
- Producción sana y robusta.
- Costos eficientes, eficaces y efectivos que apalanquen la circulación de los recursos de tal forma que permitan recuperar la inversión, llámese rápida, lenta (de acuerdo con la contribución de su vida útil) en la generación del flujo de efectivo con el agregado de valor que se adicione a su retorno (girando con buenas vueltas).
- Incremento real en sus ventas actuales.
- Aumento de sus segmentos de mercado.
- Aumento en sus líneas.
- Diversificación.
- Expansión.
Con innovación, siempre y cuando cumpla con un objetivo. Recordemos que esta innovación no solo se da en el producto, puesto que da la impresión de que las necesidades del adquiriente son muy cambiantes; también la estrategia se puede dar en la producción, en los canales de distribución, en la promoción. Para lo anterior, es importante resaltar el costo de la gerencia y alinear, relacionar, analizar e interpretar el efecto en la productividad.
El talento intangible abre la llave en la dinámica virtuosa en la generación de valor integral.