C.P. Lizbeth Guzmán G.
Gerente de Crédito y Cobranza
Laboratorios A. Menarini Farmacéutica Internazionale S.R.L.
lguzman@menarini.com.mx
La mayoría de las mujeres iniciamos un proyecto de vida personal desde que somos niñas, ya que empezamos a desarrollar el instinto materno y protector, muy propio de nuestro género, cuando jugamos a las muñecas
Sin embargo, considero que influye mucho la propia imagen materna, tanto para incrementar un deseo o anularlo totalmente, seré más clara, puedes añorar ser igual que tu madre, una extraordinaria mamá y ama de casa, actividad por cierto agotadora y sin remuneración alguna más que el orgullo desmedido de tu hogar y tu familia; o bien, puedes querer huir literalmente de ese prototipo ¿y si eres hija de una mujer profesionista?
Tal vez la puedas ver ausente, agotada o siempre acelerada y no desear esa vida para tus futuros hijos, o quizá ella sea tu ídolo, tu imagen, el mejor de tus estímulos, hasta convertirse incluso en el más grande de tus retos el igualarla y/o superarla… pero ¿qué pasa cuando quieres ambas partes?
Quiero ser una gran Contadora
Desde aquí empiezan tus verdaderos retos, quieres ser y tenerlo todo, pues entonces tienes que ser niña, estudiante, hija, mujer, compañera de juegos, la más importante de tu salón, la jefa de grupo, la más bonita, la más aplicada, ¡uff¡ cuántas actividades para una niña pequeña… que de seguir así será una increíble mujer multitareas.
Llega el momento de iniciar una carrera profesional, y entonces todo lo que aprendiste, desarrollaste y mentalizaste de pequeña deja de ser un sueño para convertirse en una carrera maratónica ¿acaso creían que les diría que se vuelve una maravillosa realidad? ¡Claro que no!, decides estudiar Contaduría Pública (siendo hija única de médicos… ¿increíble no?), así que nadie en casa entiende de qué hablas, no comprenden un cargo o un abono y menos aún un balance, no saben qué haces con tantos números ni reglamentos “si no eres abogada”, ni por qué necesitas toda la mesa para poner una hoja de 18 columnas “¿para qué tantas?”, mucha gente de tu familia y amigos te preguntan “¿ya lo pensaste?”, y de vez en cuando, sobre todo cuando te piden que hagas la cuenta del súper o restaurante pues para eso estudias Contaduría ¿quién les dijo que eso hace únicamente un contador? Lo empiezas también a repensar.
En la escuela te recomiendan que empieces a ver lo del servicio social, te piden que no olvides el segundo idioma, te sugieren que inicies a trabajar o más bien, a practicar.
No solo inicias con la práctica profesional, también empiezas a fortalecer tu carácter, pues tus amigas van a clases en jeans, tu llegas de traje sastre y zapatillas; ellas tienen mochila o una linda bolsa, tú un beliz gigante de auditor; ellas están a dieta, tú no has podido desayunar ni comer y si hay mucha tarea tal vez ni cenar, pues tus clases son de 7 a.m. a 2 p.m., y tu trabajo es de 3 a 8 p.m. (vives en el D.F., y una hora de trayecto no es suficiente), tienes que regresar a la clase de 8 a 10 p.m., llegar a casa y hacer tarea hasta las dos de la mañana porque no te puedes desvelar, claro, siempre y cuando todo cheque y cuadre… y lo logras.
Quiero tener una gran familia
Pero hay algo en tu corazón, un grito ahogado que te pide algo superior, no solo escuela o trabajo, o como dicen los no Contadores “números” y decides iniciar una familia, encuentras un hombre increíble, inteligente, dulce, culto y… ¡Contador!, decides replicarlo en tres varones de edades muy distintas, pues debías programarlos conforme a las necesidades de la compañía en la que estuviste en cada proceso.
Las cosas no son tan fáciles —aunque ya lo sabías—, cada día cambia lo que aprendiste en la escuela, y no solo en la profesional, también en la básica pues ahora que haces tarea, no reaprendes, más bien aprendes de nuevo, hoy tal como vienes practicando desde niña debes volverte más ágil y certera para hacer mil tareas, desayunos, escuelas, tránsito, trabajo, imagen, juntas, maestría, cursos, estrés, teléfono celular, comidas de negocios, café con tus amigas, tu libro favorito, tal vez una parada por el spa, llamadas a casa para validar que todo está bien, quejas, citas con la maestra, compromisos compartidos, tareas, amor, juego, duchas, uniformes, imagen perfecta para la junta de mañana, y a tu alrededor tres amores que tratas de educar para que sean apoyadores, empáticos y grandes hombres, como ese maravilloso esposo-contador que te apoya incondicionalmente en todo, si no tal vez ya habrías enloquecido, pero que también te necesita y debes estar ahí, y de nuevo, otra vez las dos de la mañana aunque no te puedes desvelar, y de nuevo lo logras.
Ahora llega el momento de ver cómo son las cosas cuando eres una mamá profesionista, sus oportunidades y sus retos, y tal vez de una manera humilde, ofrecerte alguna estrategia.
La empresa que quiero
Desde el inicio entiendes que el principal reto de una profesionista es desde el momento que se es mujer, sobre todo en esta ríspida y machista sociedad en la que la diferencia profesional es abismal, desde el punto más básico y esencial de un trabajo: la remuneración económica, ya que está demostrado que la diferencia en sueldo entre un hombre y una mujer que realiza la misma actividad es bastante representativa, y de nuevo empieza una carrera de esfuerzo por ser la mejor y lo vuelves a lograr, en ese momento llega el equilibrio que has buscado y que la verdad tanta falta te hace, justo cuando encuentras la cultura empresarial que es perfecta para una mamá-profesionista, pero tristemente extranjera.
Sí, es imprescindible que las empresas en nuestro país tomen muy en serio implementar políticas que permitan a un trabajador, hombre o mujer de cualquier edad, tener una vida equilibrada en todas las áreas de su vida, eso es lo que queremos todos, sobre todo las mujeres-profesionistas-madres de familia, por ejemplo:
- Horarios flexibles. Permiten al empleado trabajar de manera eficiente y productiva, dando tiempo de calidad en cada hora laboral, aprovechando así el resto del día con tu familia y contigo misma. Además de generar lealtad.
- Prestaciones superiores a las del país. De nuevo tristemente, sobre todo aquellas que cubren a tu familia, como los seguros médicos o de vida, los cuales te dan una gran tranquilidad financiera, ya que en muchas ocasiones la mujer es cabeza de familia.
- Servicio de comedor. Evitan los ayunos prolongados, la pérdida de tiempo en traslados o las “salidas a la tiendita”; fomentan una alimentación sana; colaboran a incrementar la empatía y el trabajo en equipo, ya que te permite conocer más a tus compañeros, jefes y colaboradores. Beneficios que redundan en ganancias para la empresa.
- Capacitación constante. Recordemos que el recurso más importante de una compañía es el recurso humano y un colaborador valorado, respetado, capacitado constantemente y estimulado, crece y hace crecer cualquier corporación. Es un círculo virtuoso.
- Respeto, reconocimiento y estímulos. Una cultura que fomenta el respeto por tus espacios, conocimientos, experiencia, persona, que te da cada día el estímulo de ser escuchada en una junta importante, el reconocimiento constante como profesionista y como mujer, acrecienta día con día el compromiso entre la compañía y tú; nos compromete aún más a no fallar, a hablar con un lenguaje de transparencia, honradez, lealtad y confiabilidad, buscando siempre el crecer juntos.
Como Contadoras tenemos la ventaja de estar cerca o ser parte de los directores o dueños de las compañías, utilicemos esta ventaja para cambiar la cultura empresarial, no solo con las madres trabajadoras, profesionistas o no, sino con todos los empleados.
Vuélvete tripolar
Mi consejo es, volverse tripolar:
- Cuando estés en casa, eres esposa y mamá.
- Cuando estés en el trabajo, eres una gran profesionista y profesional.
- Cuando estés tú sola, no olvides que eres una mujer.
Permítele a tus personalidades aliarse de vez en cuando, pero solo para resolver un conflicto o aprovechar una oportunidad, y cuando el evento haya pasado dale a cada una su espacio, respeta su esencia y lo podrás lograr.
Eres tú y así debe ser siempre desde el principio, suena egoísta pero si tú no estás bien nada a tu alrededor lo estará, nunca olvides el sentido del humor y que la vida está hecha de magia y que tú como ser humano y sobre todo como mujer (perdón si mi comentario suena un tanto feminista) eres una máquina perfecta para unir corazón y cerebro. Saludos fraternales.