MDH Margarita Ramírez Solís
Consultora en Procesos de Cambio Organizacional
mrs.mascore@gmail.com
No debemos pretender comprender el mundo sólo por el intelecto. El fallo de la inteligencia es sólo una parte de la verdad
—Carl Jung
Sí, los números son fríos, las normas estrictas, los tiempos de entrega precisos, las expectativas de alto desempeño abrumadoras, pero ¿quién da sentido a todo ello? ¿Quiénes son los actores que con sus capacidades construyen lo necesario para alcanzar los objetivos? Más aún ¿qué estamos haciendo para que estos actores en lo personal tengan también un alto desempeño y satisfacción en su vida?, ¿para ser personas que desarrollen sus potenciales y los pongan al servicio de sus organizaciones y sus comunidades?
Hemos sido educados para privilegiar una sola de las dimensiones del ser humano: el aspecto intelectual. Invertimos años de formación académica para desarrollar un nivel de conocimientos especializados en el área de nuestro interés que nos aseguren un alto desempeño, pero llegamos a descuidar otras dimensiones (la atención y cuidado del cuerpo, la autoconciencia emocional, el aspecto espiritual) que nos facilitarían un desarrollo más profundo de los propios potenciales; avanzamos tirados por un sentido de urgencia de deberes externos que si bien contribuyen a dar sentido a nuestra vida nos mantienen mirando afuera cediendo el timón que nos dirige a las normas, los plazos, las obligaciones.
El cada vez más complejo entorno dentro y fuera de las organizaciones nos llama a lograr más y mejor en menor tiempo. ¿Cómo lograrlo si dejamos de lado el desarrollo de aspectos tan importantes de la persona como el área emocional que, lejos de “debilitarla”, le llevan a encontrar la fuente interna de su fortaleza, creatividad y productividad?
En muchas culturas organizacionales las personas tienden a pensar que deben dejar sus emociones en la puerta de entrada a sus lugares de trabajo, que su expresión y a veces hasta experimentar ciertas emociones está fuera de lugar. Se espera que las personas se comporten de manera objetiva, madura, que tomen decisiones acertadas, que calculen los riegos, se guíen por indicadores, se adapten a la cultura organizacional, siendo estas una colección de habilidades y competencias que tienen un sustento importante en la inteligencia emocional. Como afirma Goleman la inteligencia emocional es de suma importancia para desarrollar otros talentos: “la vida emocional es un ámbito que, al igual que las matemáticas y la lectura, puede manejarse con mayor o menor destreza y requiere un singular conjunto de habilidades. Y saber hasta qué punto una persona es experta en ellas es fundamental para comprender por qué triunfa en la vida, mientras otra con igual capacidad intelectual acaba en un callejón sin salida: la aptitud emocional es una meta-habilidad que determina lo bien que podemos utilizar cualquier otro talento, incluido el intelecto puro.”
Conociendo las emociones
Una forma sencilla de entender las emociones y su importancia es que son el resultado de la evaluación que hacemos, de manera muy rápida y automática, de los estímulos externos, identificando si representan o no una amenaza a nuestra seguridad física o psicológica movilizándonos a hacer algo en relación con lo que estamos sintiendo “en las emociones positivas, nos sentimos movidos a continuar en la misma trayectoria, y a hacer más de lo mismo. En las emociones negativas, la energía nos mueve a detenernos, mirar y escuchar para hacer un cambio, detener cualquier cosa que estemos haciendo y encontrar qué es lo que está mal”.
Por la naturaleza de este proceso y por la rapidez con que se realiza no nos es sencillo tomar conciencia de todas las emociones que durante el día surgen como respuesta a las experiencias que se van presentado.
Las emociones no solo ocurren a nivel mental, siempre tienen una correspondencia corporal que incluye manifestaciones, por ejemplo, sudoración, tensiones musculares, cambios de postura, expresiones faciales y vocales, cambios de temperatura corporal, sensaciones que a veces son difíciles de identificar. Debido a que no estamos tan acostumbrados a prestar atención a nuestro cuerpo, podemos no entender correctamente las señales sino hasta que las emociones se tornan muy intensas o se desbordan y somos “tomados” por ellas, involucrándonos en comportamientos reactivos que no siempre son lo más conveniente para nuestros fines o nuestra salud.
Incrementar la conciencia de las propias emociones y aceptarlas como son, sin juzgarlas, nos lleva a identificar necesidades de bienestar físico, de logro, de significado, de conexión, de afirmación, etc. Esto, además de permitirnos un manejo más adecuado de su expresión, nos permite desarrollar más recursos personales para responder a los retos, para tomar decisiones más acordes con los propios valores e intereses, para ejercer un liderazgo que logre la colaboración de otros y construir relaciones más satisfactorias.
Competencias emocionales
Goleman ha agrupado las competencias de la inteligencia emocional en cinco dominios: tres de aptitudes personales, que determinan el dominio de uno mismo y dos de competencia social, que determinan el manejo de las relaciones. Estos dominios son:
- Autoconocimiento. Se refiere a la habilidad para reconocer las emociones que se están experimentando, su origen y los efectos que estas tienen sobre el desempeño. Reconoce, asimismo, las preferencias, las motivaciones, los recursos e intuiciones.
- Autorregulación. Esta es necesaria para manejar los propios impulsos y estados internos, sin dejarse llevar por ellos. Mediante esta habilidad es posible mantener la concentración en situaciones de presión o incertidumbre.
- Motivación. Es conocer y aprovechar las tendencias emocionales que guían o facilitan la obtención de metas, aquello que nos mueve a mejorar. Es la capacidad de aprovechar las oportunidades y aceptar con buen ánimo los contratiempos.
- Empatía. Es la habilidad de percibir los sentimientos, necesidades e intereses de otros; de brindar ayuda basada en esa comprensión. Es la posibilidad de leer las relaciones clave y ayudar a otros a desarrollarse.
- Habilidades sociales. Está relacionadas con un ejercicio de liderazgo que inspire y guíe, por medio de habilidades para inducir en otras respuestas deseables, logrando consenso y apoyo; son habilidades de comunicación y manejo de conflictos. Ser capaces de trabajar con otros y desarrollar equipos, de promover cambios y llevarlos a cabo.
Decidirse
Una buena noticia es que no necesariamente se nace con este paquete de habilidades en un nivel óptimo, sino que pueden ser aprendidas, desarrolladas y afinadas; todos podemos hacerlo y con ello descubrir los cambios positivos que van resultando en el desempeño no solo profesional sino en los demás ámbitos de la vida.
Una consideración importante para decidirse a iniciar la aventura del desarrollo personal es pensar en ello no como una necesidad para cubrir una destreza faltante o para corregir algo que esté mal en nosotros, sino con el ánimo de optimizar el actual desempeño y lograr más satisfacción y equilibrio personales.
Todo desarrollo comienza con el autoconocimiento o autoconciencia, que “depende de la capacidad de vernos a nosotros mismos objetivamente, y requiere la habilidad para examinar nuestros pensamientos y emociones desde la perspectiva de un tercero, sin quedar atrapados en la emoción, sin identificarnos con ella, sino solo verla clara y objetivamente”.
Afortunadamente, en nuestros días hay una variedad de caminos para incrementar el nivel de autoconciencia, entre ellos el coaching, métodos psicoterapéuticos centrados en el cuerpo (Core Energetics, Hakomi) y la práctica de la Atención Plena o Mindfulness.
Sí, los números son fríos, sin duda importantes… pero lograr “las cifras” depende de las personas. La invitación queda, pues, abierta para dejar de descartar el mundo emocional y decidirse a desarrollar la habilidad de reconocer y aceptar las emociones para usarlas a favor del desarrollo del potencial y el éxito personal.
Referencias
1 Goleman, D. (1999) La Inteligencia Emocional en la Empresa. Javier Vergara Editor. p 26.
2 Hall, M. (2007) Unleashed. A Guide to Your Ultimate Self-Actualizacion. Neuro- Semantics Publications.
3 Goleman, D. (1999) La Inteligencia Emocional en la Empresa. Javier Vergara Editor. p 46-47.
4 Meng Tang, Ch. (2012) Search Inside Yourself. The Unexpected Path to Achieving Success, Happiness (and World Peace). Harper One p 19.